martes, 27 de septiembre de 2011

El Museo del Prado exhibe la primera obra documentada de Goya

El Aníbal vencedor, primer lienzo documentado de Goya, podrá verse en el Museo del Prado los próximos seis años. Una extraordinaria oportunidad de contemplar una de las composiciones de mayor relieve e impactantes de la etapa de juventud del artista aragonés. Fechada en 1771, la obra pertenece a un período no representado hasta ahora en el recorrido cronológico de la rica y extraordinaria colección de Goya en El Prado.


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Aníbal vencedor que por primera vez mira Italia desde los Alpes, título completo del lienzo, fue realizado por un joven Goya de 25 años en la etapa final de su estancia de dos años en Italia, para participar en el concurso de la Academia de Bellas Artes de Parma. El cuadro, perdido después de su presentación al concurso, fue comprado a mediados del siglo XIX por Fortunato Selgas, coleccionista español. En 1993, Jesús Urrea identificó la obra como la primera documentada del pintor, lo que supuso un hito importante en el conocimiento del artista

La preparación y esfuerzo que Goya dedicó a esta composición ponen de manifiesto su interés y esperanza por obtener un triunfo académico que en España se le había negado ya en dos ocasiones. Sin embargo, la medalla de oro fue concedida al italiano Paolo Borroni, discípulo de Bossi. La obra de Goya se llevó una mención.

Elementos compositivos goyescos
Pero quizá lo más interesante del lienzo sea comprobar que, a pesar de pertenecer a la primera etapa de Goya, encontramos elementos compositivos que se mantendrán a lo largo de la carrera artística del pintor. “Goya eleva la figura del héroe de forma sutil, mediante un escenario creado a propósito”, explicó Mena. Además, “podemos apreciar la perfección del dibujo y de las actitudes de las manos”, añadió la experta.Bajo el clasicismo a la moda de la composición y de las figuras aparece el estudio de la psicología de los personajes y de su estado de ánimo, reflejado en la expresión del rostro del general cartaginés, sorprendido de su hazaña ―había partido desde Hispania y atravesado con sus tropas los Pirineos y los Alpes―, y aterrado ante la responsabilidad de conducir a su ejército a la conquista de Roma.
Goya coloca a Aníbal en un primerísimo plano, concediéndole todo el protagonismo y caracterizando el ardor y fiereza en su rostro. La silueta del general cartaginés y las dos figuras que le acompañan, el genio de majestuosas alas y el guerrero a caballo, quedan en el centro de la composición, en una elevación del terreno que les realza, como si de un escenario se tratase, mientras que el ejército pasa por detrás descendiendo la montaña hacia Italia. El guerrero del estandarte mira a su general con asombro y fe, decidido a seguirle a donde le ordene, mientras que el genio se presenta en una actitud teatral de admiración al pasar su brazo extendido por encima del héroe. Dando entrada a la composición aparece la personificación del río Po, interpretado en su habitual iconografía de figura masculina con cabeza de buey de afilados cuernos apoyado sobre un ánfora de la que mana agua.



Aníbal vencedor que por primera vez mira Italia desde los Alpes
Sala 35 del Museo del Prado

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