lunes, 14 de marzo de 2011

Arte figurativo del período de entreguerras

No todo fue surrealismo, cubismo y abstracción durante las dos guerras mundiales en el mundo del arte. Prueba de ello es “Caos y clasicismo: arte en Francia, Italia, Alemania y Espala, 1918-1936” la exposición que podrá ver a partir de hoy en el Museo Guggenheim de Bilbao. Se trata de un recorrido por el arte figurativo de ese entonces donde podemos encontrar piezas representativas del Purismo, el Novecento italiano y la Neue Sachlichkeit.

Esta exposición es una muestra de pinturas, esculturas, artes decorativas y diseños de moda producidos entre 1918 y 1936, en Francia, Italia, Alemania y España, y que evidencia un retorno al clasicismo en plena vanguardia.

La transformación de la cultura europea en los años del horror bélico es puesta de manifiesto en la exposición Caos y clasicismo: arte en Francia, Italia, Alemania y España, 1918-1936.


En la Europa de los años que van de la Primera a la Segunda Guerra Mundial, de ciudades arrasadas y poblaciones diezmadas, emergió un renovado interés artístico por el arte clásico, sobre los anteriores movimientos de vanguardia de la preguerra.

Frente a la enfática tendencia a la experimentación, a forzar vanguardias capaces de romper los moldes heredados, que se vivió en el inicio del siglo XX con el Cubismo, el Futurismo el expresionismo y otros movimientos, el arte en el periodo de entreguerras quiso buscar su modelo en el equilibrio y la solidez de las formas clásicas.
En la muestra de Bilbao, además de las corrientes Retour à l’ordre (retorno al orden) de Francia, el Ritorno al mestiere (retorno a la artesanía) de Italia y la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) de Alemania, se expone un apartado dedicado a nuestro país, con cerca de veinte obras de relevantes artistas españoles, que realizaron trabajos que respondían al signo nuevo de los tiempos.

Aquí puede contemplarse el ensueño poético de la Antigüedad de la vanguardia parisina, el renacimiento politizado del Imperio Romano bajo el gobierno de Benito Mussolini, el utopismo funcionalista de la arquitectura de Estilo internacional originada en la Bauhaus, y, por último, la escalofriante estética del emergente nazismo. España, pese a no haber participado en la Primera Guerra Mundial, también vivió una restauración clasicista en consonancia con las tendencias europeas.

Entre los autores presentes en la exposición están algunos de los más grandes maestros modernos de la primera mitad del siglo pasado como Georges Braque, Carlo Carrà, Giorgio de Chirico, Otto Dix, Pablo Gargallo, Fernand Léger, Aristide Maillol, Ludwig Mies van der Rohe, Pablo Picasso, Gio Ponti, Émile-Jacques Ruhlmann o August Sander.

A la sombra de la guerra, la introducción que inicia el recorrido, cuenta con una selección de quince grabados de La guerra de Otto Dix, que describen la destrucción y el trauma causados por la Primera Guerra Mundial. Esas representaciones gráficas de los horrores de la guerra se yuxtaponen con las esculturas de los franceses Aristide Maillol y Auguste Guénot, así como del italiano Amleto Cataldi y el alemán Anton Hiller.

El apasionado seguimiento que se hizo del modelo clásico de escultura es mostrado en Un yo más perdurable, con obras de Heinrich Hoerle, Suzanne Phocas, Pablo Gargallo, Mario Sironi y la fascinante pintura de Julius Bissier Escultor con autorretrato.

También para los vanguardistas del inicio del siglo, la Antigüedad será el punto de partida para una nueva evolución, tratada en el apartado La vanguardia cara al pasado. En los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, la fragmentación y los experimentos ópticos del Cubismo contrastan de manera chocante con las mujeres voluptuosas, vestidas al estilo griego que se pasean bajo el sol mediterráneo o descasan sentadas en una pose apacible de Picasso, así como con las monumentales canéforas de George Braque.

La fotografía, el cine, la moda y las artes decorativas fueron del mismo modo contagiados por este renovado interés por la historia y mitología griega y romana, que había proporcionado durante mucho tiempo a Occidente una narrativa común y arquetipos. Locos por el clasicismo así lo demuestra con un fragmento de una película de Jean Cocteau, fotografías de Florence Henri y George Hoyningen-Huenen, objetos de diseño de Gio Ponti, mobiliario de Émile-Jacques Ruhlmann y vestidos de Edward Molyneux y Madeleine Vionnet.

La Nueva Objetividad alemana y el Novecento italiano son los protagonistas de Haciendo clásico lo cotidiano, donde a través de las obras de Fridel Dethleffs-Edelmann, Carl Hofer, Giorgio Morandi, José María de Ucelay, Luigi Trifolio y Feliu Elias, así como los retratos fotográficos tipológicos de August Sander, se demuestra el rigor con que esos movimientos abordaron la representación y el deseo de capturar la realidad objetiva.

El cuerpo como imagen de autenticidad, en contraposición con la mente, y como extraordinario escenario es el tema de Escenificación/Ansiedad. Retratos de gladiadores de Giorgio de Chirico y escenas de deportistas, gentes del circo, del carnaval y de la commedia dell’arte de un grupo diverso de artistas, dan paso al colofón del recorrido: El lado oscuro del clasicismo, una aleccionadora mirada a la búsqueda de las raíces culturales y de la perfección, a medida que la derecha se fue apropiando de ellas.
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