miércoles, 20 de octubre de 2010

LA EXPOSICIÓN "TESOROS" DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL

UN RECORRIDO POR LA HISTORIA
El itinerario debe comenzarse, entrando hacia la izquierda, por el área dedicada al Próximo Oriente y a Egipto, donde se encuentran dos imponentes sarcófagos, un gran vaso canopo y, procedente de Irak, una estatuilla de piedra (2500 aC.) representando a un orante sumerio.
De semejante antigüedad, aunque referidas a contextos bien diferentes, son algunas de las piezas más destacadas de la sección dedicada a la Prehistoria: El Ídolo de Extremadura, arte conceptual de exquisita factura en alabastro, está datado en el Calcolítico, mientras que los cuencos de Axtroki, en oro, pertenecen a los comienzos de la Edad del Bronce y reproducen un modelo que, con notables variantes formales, se repite desde Escandinavia a la Península Ibérica y desde las Islas Británicas hasta Centroeuropa.

En tiempo aún más remoto, en el Neolítico Medio (VI-V milenio aC.), sorprende la cuidada elaboración de unas sandalias de esparto encontradas en la Cueva de los Murciélagos (Granada); objetos que -como el bifaz madrileño del Periodo Achelense (200.000 años), que debió ser una herramienta multiusos durante miles de años- dan cuenta de la sorprendente evolución del ser humano en cuanto a la técnica artesanal.

La civilización griega está representada por apenas una docena de piezas de cerámica de los Periodos Arcaico y Clásico, procedentes del Ática y del Sur de Italia: cráteras, vasos, lebetas, hidrias, copas y lécitos cuya decoración ofrece una serie de relatos mitológicos donde héroes y dioses se erigen en protagonistas de objetos cotidianos o de uso ritual

La Protohistoria peninsular, con la que se cierra este sector de la exposición, presenta una amalgama de influencias que conviven en nuestro territorio a lo largo de la Edad de Hierro: De estilo orientalizante son el llamado Sacerdote de Cádiz -una figura de bronce y oro, que en realidad ha sido identificada como la representación de una divinidad oriental- y el Tesoro de la Aliseda, que denota una avanzada tecnología en el tratamiento del oro. También de origen fenicio es la Dama de Galera, verdadera diosa de la fertilidad, sentada en un trono y flanqueada por dos esfinges.

Otra Dama, la de Ibiza, que fue hallada en la necrópolis de Puig des Molins, se ha identificado con la diosa púnica Tanit; y también de las Islas Baleares proceden los llamados Bous de Costitx, una cabeza de toro y otra de becerra fundidos en bronce (el tercer ejemplar se encuentra en exposición itinerante) y pertenecientes a la cultura Talayótica. Esta sección comparte su espacio con una importante colección de armas y adornos vettones y celtibéricos.

Entramos en la Sala de Escultura Ibérica que, presidida por las tres grandes Damas del Museo -la de Elche, la de Baza y la del Cerro de los Santos-, hace las veces de bisagra entre las dos grandes secciones de la exposición. En ella se encuentran también la Bicha de Balazote y los restos de los monumentos funerarios de Osuna como exponentes del arte ibérico .

La muestra recoge las huellas de Roma en territorio hispano a través de una serie de piezas representativas de la cultura latina: un mosaico de gladiadores, así como varias estatuillas de bronce representando lares y genios protectores del hogar. Como legado tecnológico encontramos una bomba hidráulica, soberbia pieza de ingeniería, y un reloj de sol. Y la Lex romana está presente en una de las cinco tablas de bronce donde se recogía el texto legislativo que regulaba la vida de una ciudad del siglo I, en todos sus aspectos. Destaca en este sector, por ser una de las últimas piezas adquiridas para la colección del Museo, una estatua en mármol de la diosa Urania, en actitud reflexiva.

Si hay un conjunto, entre todos los expuestos, que haya ganado en consideración con respecto a su anterior ubicación, éste es el Tesoro de Guarrazar. Dispuesto en un espacio autónomo, la iluminación actual permite admirar la extraordinaria belleza de sus piezas como nunca antes fueron vistas. El recorrido continúa a través de la Edad Media donde árabes, cristianos y una influyente minoría judía, conformaron diferentes entornos culturales: un surtidor de la fuente de Medina Azahara y el astrolabio construido por Ibn Sahl en el siglo XI, por una parte, y el maravilloso crucifijo románico de don Fernando y Doña Sancha, junto con las imponentes figuras de alabrastro -procedentes del desaparecido convento de Santo Domingo el Real- de las sepulturas de don Pedro I y doña Constanza de Castilla, por otra, dan cuenta de este cruce de culturas que presidió nuestra Edad Media.

Las piezas escogidas de la colección numismática del MAN se reparten a lo largo de todo este itinerario pero además, como colofón, se ofrece una selección de las monedas más importantes de nuestro patrimonio: Único es el cuaternión de oro de Augusto, pieza de ostentación, como también lo son la Gran dobla de Pedro I de Castilla y León y el Centén de Felipe IV, que es la de mayor valor y tamaño de la Monetaria española.

Este recorrido por la arqueología se cierra en el siglo XIX. De este último periodo han de destacarse una estatua ecuestre de bronce representando al Héctor troyano, obra del escultor renacentista Filarete, y una silla de manos, de gusto rococó, que el pintor Luis Paret decoró con escenas de amor y celos protagonizadas por personajes mitológicos. Este itinerario, breve pero intenso, da cuenta de lo mejor de nuestra historia y nuestra cultura a través de los Tesoros custodiados en el MAN, que no por desconocidos han de ser menos valorados.
Catálogo exposición Tesoros